Cuando la resiliencia escasea, la creatividad flaquea

Vivimos en un entorno que premia la inmediatez, el rendimiento y la “solidez” emocional. Pero la resiliencia, esa capacidad de adaptarnos, de recuperarnos, de reconfigurarnos tras la tormenta, no siempre está presente. Y cuando falta, no solo nos sentimos frágiles: la creatividad se bloquea y la autoevaluación se vuelve torpe o inexistente.


¿Por qué la resiliencia es el motor de la creatividad y la claridad?

Cabras en un arbol
Las cabras suben donde nadie espera que puedan, encontrando caminos y equilibrio donde parece no haber ninguno: un acto puro de resiliencia y creatividad

Resiliencia no significa “no caer jamás”, sino ser capaz de caer, levantarse y transformar. Esa flexibilidad interior es la que permite ver los obstáculos no como muros infranqueables, sino como materia prima para nuevas ideas. Y la creatividad “funciona” con esa materia prima.

Estudios recientes señalan que la resiliencia psicológica y la creatividad comparten una base funcional cerebral común: redes de conectividad del cerebro, como la llamada default mode network (DMN) están implicadas en ambas1 y las dinamicas que tienen entre ellas pueden predecir la capacidad creatividad.

La red por defecto (Default Mode network) es una red cerebral activa durante los procesos de pensamiento interno y la introspección. Incluye regiones como la corteza prefrontal medial anterior, el cíngulo posterior y el giro angular. Su disfunción puede favorecer la rumiación y la autoabsorción en personas con depresión mayor por ejemplo. Equilibrada favorece la autorreflexión sana; su disfunción reduce la resiliencia al fomentar la rumiación.

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Además de la DMN, otras redes desempeñan un papel clave: la Executive Control Network (ECN), responsable de la planificación, la regulación emocional y el control cognitivo, permite mantener la atención y orientar el pensamiento hacia metas constructivas. Por su parte, la Salience Network (SN), que integra la información emocional y corporal, actúa como un puente dinámico entre la introspección y la acción, ayudando a detectar estímulos relevantes y a activar los recursos internos frente al estrés. El equilibrio y la interacción flexible entre estas tres redes por defecto, ejecutiva y de saliencia son fundamentales para la creatividad adaptativa y la resiliencia psicológica 9.

Otros trabajos encuentran una relación positiva entre creatividad y bienestar subjetivo (lo que indica que crear algo refuerza el modo en que nos sentimos frente a la vida). 2
En cambio, sin resiliencia, la mente se aplana: se evita el riesgo, se busca la perfección aparente, se descarta lo nuevo.

La creatividad se ahoga por miedo, por rigidez emocional.


Los cinco pilares de la resiliencia emocional

A lo largo de décadas de investigación, se han identificado cinco grandes categorías que explican los pilares de la teoría de la resiliencia (Sisto et al., 2019). Cada una muestra una forma distinta en que los seres humanos pueden adaptarse, recuperarse y crecer ante la adversidad.

1. Capacidad de recuperación

Es la habilidad de volver al equilibrio psicológico después de una crisis. Recuperarse no significa olvidar ni hacer como si el dolor no existiera; implica integrar la experiencia, darle un sentido y avanzar sin quedar dominado por ella. Es la diferencia entre vivir con una herida abierta y permitir que esa herida cicatrice con sabiduría.

2. Estilo de funcionamiento personal

Algunas personas mantienen un tipo de funcionamiento interno que las protege en tiempos difíciles: optimismo realista, flexibilidad cognitiva, sentido del humor o perseverancia. Estos rasgos pueden tener una base innata, pero también se construyen a través de la experiencia, la educación emocional y los vínculos que nos enseñan que es posible seguir adelante incluso en medio del caos.

3. Capacidad de recomponerse (“bounce back”)

Es la tendencia natural a levantarse tras una caída, no solo para sobrevivir, sino para transformar la adversidad en crecimiento. Este proceso refuerza la autoeficacia, la confianza y la esperanza. Quien desarrolla esta capacidad no se limita a resistir: renace más lúcido y más consciente de su fuerza interior.

4. Proceso dinámico y evolutivo

La resiliencia no es un rasgo estático, sino un proceso que se despliega y evoluciona con el tiempo. Cambia con la edad, las experiencias, las relaciones, los contextos y la interacción entre nuestros recursos internos y los apoyos externos. Cada vivencia, por dura que sea, moldea la manera en que aprendemos a sostenernos y a reconstruirnos.

5. Adaptación positiva a las condiciones de la vida

En su núcleo, la resiliencia es una forma de adaptación saludable. Es la capacidad de participar activamente en la vida, regular las emociones y encontrar sentido incluso en medio del trauma, la incertidumbre o el cambio. Ser resiliente no significa evitar el sufrimiento, sino aprender a bailar con él sin perder el paso.

Tomando estas dimensiones en conjunto, podemos definir la resiliencia emocional como la habilidad dinámica de mantenernos fieles a nuestro propósito y a nuestro sentido más profundo del yo, incluso cuando atravesamos la tormenta.
Ser resiliente es recuperar el equilibrio tras el impacto, adaptarse al cambio con flexibilidad y volver a emerger con una comprensión renovada de uno mismo. Es el arte de recomponerse sin endurecerse, de transformarse sin perder la esencia, y de seguir creciendo donde otros solo ven ruinas.


Auto­evaluación: ese espejo que se rompe sin resiliencia

Para evaluarnos con honestidad hace falta coraje. Coraje para ver lo que está mal, lo que falla, lo que duele. Y la resiliencia nos da ese coraje: nos permite observar sin que el fallo sea un “yo soy fallido”.
Si la resiliencia falta, o bien nos lanzamos a la autocrítica feroz, o bien negamos o evitamos ver. Resultado: ni aprendizaje, ni cambio, ni avance.

Además, algunos contextos pueden comprometer la resiliencia.  Por lo tanto: esta falta de resiliencia no es solo “mala actitud” o “flojera interior”. Puede venir de condiciones reales, profundas, que merecen atención.


¿De dónde puede venir esta falta de resiliencia?

Aquí tienes los principales orígenes, y sí, es importante nombrarlos para que dejen de sentirse como culpa personal:

  • Infancia o adolescencia sin contención emocional: cuando el error, la vulnerabilidad o el dolor no fueron reconocidos por los adultos de referencia, se aprende que “mostrar debilidad” es peligroso, “fracasar” es inaceptable. Eso mina la base de la resiliencia.

  • Entornos ultra-competitivos o punitivos: si el valor se mide solo en logros, sin espacio para el intento fallido, sin perdón al error, la mente se paraliza por miedo a “equivocarse”.

  • Trastornos psicológicos o neuro­divergencias (como TDAH, ansiedad, depresion, burnout…): estos estados generan desgaste en los recursos de regulación emocional y adaptación. No es solo cuestión de “fortaleza”, sino de condiciones que exigen más resiliencia de la que se tiene. Por ejemplo: jóvenes con síntomas de TDAH muestran niveles más altos de estrés percibido y niveles más bajos de resiliencia. Otro estudio en estudiantes universitarios encuentra que la resiliencia se relaciona negativamente con burnout y positivamente con estrategias activas de afrontamiento.

  • Trauma, cambios de vida abruptos, pérdidas no procesadas: cuando la mente no ha tenido la posibilidad de integrar la experiencia, la resiliencia queda en reserva o bloqueada.

  • Cultura de la inmediatez, del “hazlo rápido”, del “vale ya”: La resiliencia necesita tiempo, espacio, reflexión. Si todo debe ser “rápido” y “eficaz”, no hay lugar para caer, para recomponerse. Y el terreno creativo se vuelve árido.

 


Cómo recuperar la resiliencia, la creatividad y la capacidad de autoevaluación

Asesoramiento resiliencia
Siéntate unos minutos para hacer esos ejercicios

Ahora viene la parte práctica. No te prometo “soluciones mágicas” pero sí herramientas claras, que puedes empezar hoy.

  • 1 – Diagnóstico personal rápido
    Hazte estas preguntas, anota las respuestas y analizalas antes de empezar el proximo ejercicio:
    • ¿Cuando me enfrento a un obstáculo, qué hago: me bloqueo, huyo, me paralizo o intento algo diferente?

    • ¿Cuando tengo una idea nueva, la exploro? ¿O la descarto por miedo a no saber “cómo hacerlo bien”?

    • ¿Cuando hago el balance de mi día/proyecto, fui honesta conmigo misma: vi lo que falló sin juzgarme hasta la autodestrucción?

    • ¿Qué recursos internos tengo (curiosidad, humor, redes, capacidad de improvisar) que no estoy usando?

 

  • 2 – Rutina de auto-evaluación semanal
    Reserva 30 minutos (por ejemplo al domingo por la tarde). Crea un pequeño formulario:
    • Qué intenté esta semana (aunque haya sido mínimo) y qué aprendí.

    • Qué no ose y por qué.

    • Qué pequeño paso haré la próxima semana aunque tenga miedo.
      También registra tu estado emocional: ¿frustrada? ¿curiosa? ¿excitada?
      La clave: ver sin juzgar, aprender sin culpa.

 

  • 3 – Activar la creatividad como músculo de resiliencia

 

  • 4 – Plan de fortalecimiento de la resiliencia
    • Define 2-3 “zonas débiles” para ti (por ejemplo: compararte demasiado, evitar lo que no dominas, procrastinar).
      Para cada zona diseña: “Si sucede X (caída habitual), entonces haré Y (respuesta concreta)”. Por ejemplo: “Si empiezo a compararme y paralizarme, entonces paro un minuto, respiro, escribo lo que siento y contacto a X persona para que me ayude a cambiar perspectiva.”ç
    • Establece un ritual de “reflexión + acción” tras cada fallo o retroceso.

 

  • 5 – Crear tu red de apoyo y responsabilidad (“accountability”)
    • Escoge una persona de confianza con la que compartas tu “plan de resiliencia/creatividad” una vez al mes. Verbalizarlo hace que sea real.

    • Considera participar en un grupo o taller (creativo, terapéutico) donde puedas compartir lo que te pasa. La resiliencia no crece bien en soledad.

 

  • 6 – Medir, ajustar, volver a empezar
    Trátate como un proyecto en evolución.
    • Define un indicador concreto pequeño: “Esta semana intentaré 15 min de idea nueva sin juzgarla”.

    • Al final del mes evalúa: ¿me siento más ligera? ¿más curiosa? ¿más dispuesta a equivocarme?

    • Cambia el parámetro si no funciona (menos tiempo, otro tipo de tarea, otro apoyo).

    • Recuerda: la resiliencia se construye con caídas controladas + levantamientos conscientes

 

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El círculo virtuoso entre la creación y la resiliencia

Elevart Art Therapie groupe
La arteterapia y las iniciativas globales (programas, movimientos o colaboraciones internacionales que buscan mejorar el bienestar, la salud mental y la cohesión social a escala mundial) son fundamentales para ayudar a las personas a afrontar los desafíos futuros con una mayor resiliencia psicológica.

Las actividades creativas, ya sea pintar, escribir, bailar, improvisar música o incluso cocinar con intención- son mucho más que entretenimiento: son laboratorios de resiliencia. Cada vez que creamos algo, enfrentamos la incertidumbre, el error, la frustración… y aprendemos a seguir. En el proceso creativo se activa la autoevaluación natural: observamos, ajustamos, mejoramos sin necesidad de juzgarnos. La neurociencia confirma que las prácticas artísticas estimulan áreas cerebrales vinculadas con la regulación emocional, la flexibilidad cognitiva y la auto-percepción (particularmente la corteza prefrontal y el sistema límbico).
Investigaciones recientes6 7 8 muestran que actividades como el dibujo libre o la escritura expresiva aumentan la resiliencia emocional y reducen síntomas de ansiedad o burnout, al favorecer una sensación de control interno y autoconciencia.
En definitiva, crear no es un lujo: es una forma de entrenamiento psicológico. Cada acto creativo, por mínimo que sea, reactiva esa capacidad de reconocerse, recomponerse y reinventarse, la esencia misma de la resiliencia.


Bibliografía


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Sonia Prise

Sonia Prise

Arteterapeuta y consultora digital. Sonia enfoca su actividad en el desarrollo de nuevos proyectos creativos, de bienestar y en las dinámicas de las organizaciones de trabajo.